La Pena de Mort és la raó de ser inicial de ser d'AI. En els 50 anys d'existència d'aquesta gran ONG s'ha aconseguit limitar molts els països que han anat deixant endarrera la pena capital. Encara n'hi ha molts -massa- que la mantenen. Federico Mayor Zaragoza mostra un tarannà optimista i creu que en dues dècades aquesta greu lacra serà un problema del passat.
6-febrero-2013
"La pena de muerte se habrá relegado a los libros de historia en menos de 20 años"
Hemos compartido
conversación con Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Comisión
Internacional contra la Pena de Muerte, para conocer de primera mano los
avances y retrocesos en la lucha contra la pena capital. Mayor Zaragoza
nos ha detallado los problemas a los que nos enfrentamos, pero se
muestra optimista cuando le preguntamos abiertamente por la posibilidad
de lograr nuestro objetivo: un mundo sin ejecuciones.
Dos terceras partes de los Estados del mundo
rechazan la pena de muerte. ¿Podríamos decir que se trata de una buena
noticia, pero insuficiente?
Según los informes más recientes de Naciones Unidas, 150 países han abolido la pena de muerte o no han llevado a cabo ejecuciones. Este es un logro muy significativo si se tiene en cuenta que la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue adoptada en el año 1948 y que, en aquel entonces, la pena de muerte se utilizaba en todas las regiones del mundo, incluyendo Europa. Entonces, era la norma. Hoy en día el uso de la pena de muerte es una excepción que se lleva a cabo por un reducido número de países. Por supuesto que aún hay mucho trabajo importante por hacer, pero se ha logrado mucho en los últimos 60 años y, en particular, en los últimos 10. Debemos redoblar los esfuerzos trabajando sobre la minoría de Estados retencionistas para lograr juntos nuestro objetivo: un mundo sin ejecuciones.
Según los informes más recientes de Naciones Unidas, 150 países han abolido la pena de muerte o no han llevado a cabo ejecuciones. Este es un logro muy significativo si se tiene en cuenta que la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue adoptada en el año 1948 y que, en aquel entonces, la pena de muerte se utilizaba en todas las regiones del mundo, incluyendo Europa. Entonces, era la norma. Hoy en día el uso de la pena de muerte es una excepción que se lleva a cabo por un reducido número de países. Por supuesto que aún hay mucho trabajo importante por hacer, pero se ha logrado mucho en los últimos 60 años y, en particular, en los últimos 10. Debemos redoblar los esfuerzos trabajando sobre la minoría de Estados retencionistas para lograr juntos nuestro objetivo: un mundo sin ejecuciones.
La gran mayoría de los países ha reconocido que la aplicación de la pena capital por parte del Estado, con su crueldad, su ineficacia para impedir la delincuencia y el riesgo de ejecutar a una persona inocente, no tiene justificación en los sistemas de justicia. Sin embargo, otros siguen pensando que la ejecución es la única solución posible. ¿Cómo se le responde a los países que rechazan las recomendaciones de los Estados abolicionistas y las organizaciones internacionales, argumentando que la pena capital es una cuestión de soberanía nacional?
Los Estados retencionistas buscan, lógicamente, argumentos para justificar la práctica del homicidio “estatal”. El hecho de que la mayoría de los Estados ya no implementan la pena capital demuestra que su abolición no es únicamente una preocupación que afecta a una minoría de países, sino que es un problema que afecta al mundo entero. Y el llamamiento a la supresión de la pena de muerte está apoyado por países de todas las regiones del mundo y no es exclusivo de un sistema político, de una religión, una cultura o una tradición. El derecho a la vida es el más importante de todos los derechos humanos y está reconocido en los tratados de derechos humanos, las sentencias de los tribunales y las resoluciones de los organismos internacionales como Naciones Unidas. Los intentos por parte de los Estados retencionistas de utilizar la pena de muerte excusándose en el principio de la soberanía nacional han sido rechazados firmemente cuando se han adoptado resoluciones contra ella.
Más de 140 países han abolido la pena de muerte en su legislación o en la práctica, sin embargo, Gambia ha reanudado las ejecuciones, y en Irán e Irak ha aumentado el número de personas ejecutadas. En esta lucha contra la pena de muerte, ¿avanzamos o retrocedemos?
Cualquier campaña tropieza con retrocesos. Pero los retrocesos —como el hecho de que se reanuden las ejecuciones en Gambia— deben tenerse en cuenta en un contexto más amplio. Lamentablemente, Gambia ha ejecutado, pero también ha habido importantes adelantos en el camino hacia la abolición de la pena de muerte. Como, por ejemplo, en Mongolia que ha establecido una moratoria con miras a la abolición. También la abolición en el estado de Connecticut en los Estados Unidos... es alentadora. China, el principal y más cruel ejecutor, ha aplicado recientemente ciertas restricciones a la aplicación de la pena capital. El número de ejecuciones en Irán e Irak es alarmante, no solo porque es una violación irreversible del derecho a la vida, sino también porque ambos países no cumplen siquiera las condiciones mínimas reconocidas por la comunidad internacional en materia de “juicios justos”.
En Estados Unidos se aplica la pena capital en 34 de los 51 estados. En los últimos dos años, cinco estados —Nueva York, New Hampshire, Nuevo México, Illinois y Connecticut— han pasado a ser abolicionistas. ¿Cree en unos Estados Unidos libres de pena de muerte?
Los Estados Unidos llevaron a cabo 43 ejecuciones en 2011, un número menor de ejecuciones que en 2010. El número total va disminuyendo, siendo el estado de Texas el que más ejecuciones practica: el 30% de todas las ejecuciones que tuvieron lugar en el país.
Pero los Estados Unidos se van alejando de su dependencia de la pena capital, utilizando frecuentemente la cadena perpetua como una alternativa. Año tras año, el número de ejecuciones y el número de sentencias a muerte va disminuyendo. Hay muchas personas y organizaciones en los Estados Unidos que están en contra de la pena capital. Creo que van a triunfar y que se va a convertir en un país libre de ejecuciones. Puede ser que pronto la Corte Suprema de los Estados Unidos proceda a abolir la pena de muerte en todos los estados.
Un cambio de actitud en Estados Unidos podría incluso incidir en países como Japón para que reconsidere su uso de la pena capital. ¿Lo considera posible?
Los Estados Unidos son una gran potencia internacional con un gran potencial para propiciar un cambio positivo en el mundo. Hay muchos países que mantienen vínculos estrechos con ellos a través de alianzas políticas, el comercio y la cultura, como Japón. La justificación que da el país nipón al uso de la pena de muerte es su empleo en los Estados Unidos. Estoy convencido de que las tendencias hacia la abolición en los Estados Unidos van a propiciar que otros países se replanteen su posición sobre la pena capital.
De entre los 58 países que aplican la pena de muerte, se encuentran China, Irán, Irak, Arabia Saudí y Estados Unidos, que aglutinan el 90 por ciento de las ejecuciones. Más de 20.000 personas están a la espera de ser ejecutadas en todo el mundo. Estos datos demuestran que hay que seguir trabajando para conseguir un mundo libre de pena de muerte. ¿Cuáles son, por tanto, los desafíos más inmediatos?
Es verdad que la gran mayoría de las ejecuciones tienen lugar en un número reducido de países, siendo China el que ejecuta a más personas que la suma del resto del mundo. Para disminuir el número de sentencias de muerte es imperativo que los países retencionistas cumplan las normas internacionales en materia de pena de muerte. Y que, en los demás, se empiece por imponerla únicamente para delitos muy graves. Se reduciría así muchísimo en países como China, Irán y Arabia Saudí. En Irán, por ejemplo, más del 80% de las ejecuciones son por delitos de narcotráfico y solo el 3% lo son por asesinatos. Asímismo, estos países retencionistas deberían aplicar el llamamiento de las Naciones Unidas para la suspensión de todas las ejecuciones. Si ello se llevara a cabo dispondrían del tiempo necesario para poder estudiar el uso de la pena de muerte, así como la experiencia de los Estados abolicionistas para combatir los crímenes graves sin tener que recurrir a ella. En tercer lugar, aquellos Estados que no utilizan la pena de muerte, pero que tienen pendiente ratificar el Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, deberían hacerlo sin más demora.
La Comisión Internacional contra la Pena de Muerte que usted preside criticó la confirmación de la condena impuesta a Pablo Ibar, un ciudadano español y estadounidense sentenciado a la pena capital en Florida, e instó a este estado norteamericano a introducir una moratoria en las ejecuciones. ¿Han estado en contacto con la familia de Pablo Ibar?
La Comisión Internacional contra la Pena de Muerte difundió una declaración sobre el caso de Pablo Ibar en febrero de 2012. Pablo lleva más de 12 años en el corredor de la muerte. En dicha declaración, la Comisión adujo la inconsistencia de los argumentos que lo involucran en el crimen, así como la incompetencia de su representación legal durante el juicio. La Comisión hizo también un llamamiento al estado de Florida para que suspendiera todas las ejecuciones y llevara a cabo una revisión del uso de la pena de muerte. La Comisión sigue este caso y está preparada para llevar a cabo las medidas necesarias cuando proceda.
¿Cómo describiría a la sociedad el papel de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte? ¿Cómo trabajan? Uno de sus objetivos es alcanzar una moratoria mundial en 2015. ¿Lo ve factible?
La Comisión contra la Pena de Muerte fue fundada en el año 2010 y es un actor muy activo en la campaña mundial contra la pena capital. Es una organización independiente que reclama que se suspendan de forma inmediata todas las ejecuciones en todas las regiones del mundo con vistas a su abolición total. Está compuesta por personalidades que se han opuesto de forma destacada a esta práctica inhumana. En ciertas ocasiones, la Comisión trabaja de manera independiente y, en otras, colabora con diversas organizaciones que tienen el mismo objetivo: Naciones Unidas, Consejo de Europa, la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos, la Comisión Africana de los Derechos Humanos y de los Pueblos, así como organizaciones de la sociedad civil tan importantes como Amnistía Internacional y la Coalición Mundial contra la Pena de Muerte.
¿Llegaremos a ver un mundo sin pena de muerte?
Cuando en el año 1948 se adoptó la Declaración Universal de los Derechos humanos, nadie podía imaginar que tantos países de todas las regiones del mundo, de sistemas políticos tan diferentes, de religiones, culturas y tradiciones diversas prescindirían de la pena de muerte. Aquellos Estados que continúan ejecutando son una minoría y algunos han reconocido públicamente que los tiempos requieren cambios sustanciales a este respecto. Creo que la pena de muerte se habrá relegado a los libros de historia en menos de 20 años.
Amnistía Internacional respeta los puntos de vista de las personas entrevistadas, pero no comparte necesariamente las opiniones expresadas.
Categorías: Pena de muerte
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