Us copio l'entrevista que li han fet al diario.es
Pisarello: "Una ruptura democrática sería algo sano 35 años después de una Transición poco ejemplar"
El profesor de Derecho Constitucional Gerardo Pisarello
afirma en su último libro que en España es "necesario" un nuevo proceso
constituyente en el que esté implicada toda la ciudadanía
Afirma que ahora el país asiste a un "proceso deconstituyente", en el que se están atacando los derechos sociales y limitando las libertades civiles
Afirma que ahora el país asiste a un "proceso deconstituyente", en el que se están atacando los derechos sociales y limitando las libertades civiles
Gerardo Pisarello, profesor de Derecho Constitucional de la
Universidad de Barcelona y vicepresidente del Observatori DESC. / Marta
Jara
Gerardo Pisarello,
profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona y
vicepresidente del Observatorio de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, acaba de publicar Procesos Constituyentes. Caminos para la ruptura democrática (Editorial
Trotta), donde afirma que España asiste a un “proceso deconstituyente”
donde se están atacando los derechos sociales y limitando las libertades
civiles.
Colaborador habitual de eldiario.es a través del blog Contrapoder,
Pisarello hace un repaso a los procesos constituyentes y
deconstituyentes más relevantes de la historia, desde la república
inglesa de Oliver Cromwell, la Revolución Francesa, la de los Claveles o
los procesos democráticos de América Latina, hasta la aprobación de la
Constitución española de 1978.
¿Qué es un proceso constituyente?
Un proceso constituyente supone la elaboración de una nueva
Constitución. Eso no supone un cambio automático en la vida de las
personas. Pero si es realmente democrático puede contribuir a que se
produzcan transformaciones sociales más profundas.
¿Estamos ante un nuevo proceso constituyente en España?
No, aunque haría falta. Treinta y cinco años después de una transición
poco ejemplar, una ruptura democrática sería algo sano. Sobre todo si no
quedara simplemente en manos de los partidos o de un grupo de “padres
fundadores” y si implicara al conjunto de la población, comenzando por
la gente joven, las mujeres, la gente que vive de su trabajo. Por
desgracia, lo que tenemos es lo contrario: un proceso deconstituyente
que está vaciando los pocos elementos garantistas y democráticos que
había en la Constitución de 1978.
¿Y eso qué supone?
Pues que la Constitución ya no es un texto abierto que admita lecturas
garantistas. Aquí se vulneran derechos sociales y libertades civiles
básicas, se conculcan los derechos reproductivos de las mujeres, se
ataca el autogobierno territorial y el Tribunal Constitucional asiente o
mira hacia otro lado. La Constitución, lo que se ha hecho de ella, ha
perdido sus potencialidades democratizadoras.
¿Qué implica en ese marco la reforma del artículo 135?
Es una plasmación, precisamente, de ese golpe deconstituyente. Los
mismos que decían que la Constitución era intocable tramitaron su
reforma en nueve días y la debatieron durante poco más de seis horas.
Todo eso para blindar una cláusula única en el derecho comparado: la
priorización absoluta del pago de la deuda a los acreedores. En ningún
sitio se atrevieron a tanto.
Afirma
que los procesos constituyentes de Italia tras la II Guerra Mundial y de
Portugal tras la Revolución de los Claveles son modelos en los que hay
que fijarse, ¿qué los diferencia del de España?
No son textos perfectos, pero al menos fueron el producto de una ruptura
con regímenes fascistas y dictatoriales. Lo que hubo en España fue una
transacción y no una ruptura con el antiguo régimen. La Constitución
italiana vino precedida de un referéndum en el que la población votó
contra la monarquía y a favor de la República. Y la portuguesa, de una
democratización considerable del Ejército ¿Qué hubiera pasado si eso
hubiera ocurrido aquí? Y hay más cosas. Tanto la Constitución italiana
como la portuguesa establecen mecanismos de participación y derechos
sociales más amplios que la española.
¿Cómo cuáles? Déme ejemplos concretos.
En Italia, la configuración de los referéndums, de las iniciativas
legislativas populares, favorece mucho más la participación ciudadana.
No es casual que hace poco los movimientos sociales italianos hayan
podido forzar una consulta para detener la privatización del agua o el
uso de la energía nuclear. En Portugal, por su parte, la Constitución de
1976 fue reformada varias veces para acomodarla a los nuevos vientos
neoliberales. Y a pesar de ello, la gente la sigue viendo como una
bandera de resistencia contra la Troika y las políticas de austeridad.
Aquí sería impensable.
¿Cuáles son los peores procesos constituyentes, los modelos que nunca habría que seguir?
Los peores procesos constituyentes son los que se hacen sin
participación democrática o reprimiéndola. Muchas constituciones
liberales del siglo XIX, por ejemplo, fueron el producto de procesos
constituyentes elitistas y excluyentes. La Constitución pinochetista de
1980 nació vigilada por el ejército y se cerró con un plebiscito carente
de garantías deliberativas elementales. La propia Constitución europea
de 2004 fue elaborada en condiciones de bastante opacidad. Y allí donde
pudo ser discutida ampliamente, como en Francia u Holanda, fue rechazada
por el electorado.
Afirma que el proceso constituyente del 77-78 estuvo tutelado y fue poco democrático, ¿por qué?
Las Cortes elegidas en junio de 1977 fueron declaradas constituyentes
gracias a la presión de la calle. Pero la Constitución que salió de allí
fue tutelada desde arriba. El ejército e importantes sectores
económicos y políticos vinculados al franquismo impusieron líneas rojas
en todo momento. Incluso Estados Unidos se implicó a fondo para que no
hubiera una salida similar a la que se había producido con la Revolución
de los Claveles en Portugal.
Asegura
que la Constitución fijó algunos cepos que atenazarían las
posibilidades de democratización futura, ¿por qué? ¿Cuáles son?
La lucha antifranquista impuso el reconocimiento de algunos derechos y
consiguió que algunas materias no quedaran zanjadas de antemano. Pero se
instalaron varios cepos. En materia electoral, por ejemplo, la
Constitución recogió principios que favorecían a las fuerzas menos
proclives al cambio. En materia de participación ciudadana, la visión
fue muy restrictiva, y la mayoría de derechos sociales recibió una
protección jurídica debilitada. Los grandes poderes fácticos, por otro
lado, obtuvieron un protagonismo decisivo. La obsesión por la
“indisoluble unidad de la nación española” fue una imposición de
Capitanía General y la Iglesia Católica y la Corona obtuvieron un
anacrónico estatuto de privilegio. Todo eso sigue condicionado el
presente.
¿Por qué afirma que es necesario un proceso constituyente en un contexto como el actual?
Hay toda una generación, como decía antes, que no votó el texto de
1978. Por otro lado, muchas de las demandas que plantean el 15-M, la
PAH, las mareas, o las que vienen de Cataluña y del País Vasco, no
pueden resolverse ni con el inmovilismo, ni con una reforma de mínimos.
¿Qué tendría que ocurrir para que ese proceso constituyente comenzara a andar?
Ante todo, que la sociedad exigiera ese proceso constituyente y que
fuera consultada al respecto. Para ello, desde luego, haría falta una
movilización social más sostenida, acabar con el bipartidismo y
construir una mayoría política dispuesta a dar esos pasos. Hoy puede
parecer improbable, pero no es imposible. En la II República, el proceso
constituyente se abrió paso gracias a la presión social y al triunfo de
opciones regeneracionistas, rupturistas, en las elecciones municipales.
Y la primera proclama republicana vino de Cataluña. Si se piensa en esa
clave, la posibilidad de una revuelta democratizadora no puede
descartarse.
http://www.eldiario.es/politica/ruptura-democratica-sano-anos-Transicion_0_259325081.html
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada