S'expressa amb claredat i això facilita la possibilitat de dissentir-hi i polemitzar-hi.
Jo hi estic d'acord en força aspectes. En da'ltres -clarament- no. Per exemple en l'eliminació de petits municipis o en l'absoluta liberalització dels horaris comercials.
En canvi em sembla molt ben pensat que els polítics no puguin autofixar-se els seus salaris o que s'eliminin determinades autonomies fictíciament creades per a no deixar ben palesa l'especificitat d'altres com és l'evident cas de Catalunya o el País Basc.
Aquí teniu el text i també els molts comentaris que ha tingut des que el va publicar el dia de Sant Jaume.:
Yo
comparto la indignación de todos. Recortes salariales, subida de
impuestos, retraso de la jubilación… todo esto y otras muchas cosas me
afectan como a cualquiera. A ello sumo la intolerable evidencia de que
el ejercicio de la política se ha convertido
en un buen negocio para muchos, la absurda financiación pública de
bancos en quiebra, la incomprensible cantidad de dinero que reciben los
ejecutivos de empresas deficitarias que están despidiendo a sus
trabajadores, la sobreabundancia de cargos electos en administraciones duplicadas y esa enorme flota de asesores que cobran del erario público por ser amigos de los políticos y obtienen prebendas y contratos. Todo esto me inunda de rabia y sensación de impotencia, como a cualquier hijo de vecino.
Pero yo no saldré a la calle a gritar consignas anticapitalistas. Saldré a exigir que eliminen autonomías uniprovinciales, diputaciones, consejos comarcales y pequeños municipios. Saldré a pedir que reduzcan a la mitad los cargos públicos, ministros, subdirectores, consejeros autonómicos y concejales. Saldré a reclamar que en ninguna administración puedan los propios beneficiarios decidir la cuantía de sus remuneraciones y que acaben para siempre con los sueldos tras el vencimiento de sus mandatos. Saldré también a protestar contra las subvenciones a los sindicatos y sus decenas de miles de liberados a nómina.
Y apoyaré la reducción de días festivos y vacaciones, la completa liberalización de los horarios comerciales y toda aquella medida que agilice los trámites para la creación de nuevas empresas, así como cualquier iniciativa que facilite la contratación por parte de los empresarios, cualquier propuesta que favorezca el aumento del poder adquisitivo de las familias y que estimule el consumo privado.
Porque no quiero vivir en un Estado hipertrofiado que mantenga a tantos privilegiados sin pegar golpe. Quiero, simplemente, vivir en una sociedad donde la gente trabaje. Por estas razones, si no temiera ser golpeado por los bárbaros, pondría en mi pancarta esta frase: ¡Menos Estado y más mercado! Porque mercado significa casi lo mismo que trabajo. Trabajo honrado, en la mayoría de los casos.
Pero yo no saldré a la calle a gritar consignas anticapitalistas. Saldré a exigir que eliminen autonomías uniprovinciales, diputaciones, consejos comarcales y pequeños municipios. Saldré a pedir que reduzcan a la mitad los cargos públicos, ministros, subdirectores, consejeros autonómicos y concejales. Saldré a reclamar que en ninguna administración puedan los propios beneficiarios decidir la cuantía de sus remuneraciones y que acaben para siempre con los sueldos tras el vencimiento de sus mandatos. Saldré también a protestar contra las subvenciones a los sindicatos y sus decenas de miles de liberados a nómina.
Y apoyaré la reducción de días festivos y vacaciones, la completa liberalización de los horarios comerciales y toda aquella medida que agilice los trámites para la creación de nuevas empresas, así como cualquier iniciativa que facilite la contratación por parte de los empresarios, cualquier propuesta que favorezca el aumento del poder adquisitivo de las familias y que estimule el consumo privado.
Porque no quiero vivir en un Estado hipertrofiado que mantenga a tantos privilegiados sin pegar golpe. Quiero, simplemente, vivir en una sociedad donde la gente trabaje. Por estas razones, si no temiera ser golpeado por los bárbaros, pondría en mi pancarta esta frase: ¡Menos Estado y más mercado! Porque mercado significa casi lo mismo que trabajo. Trabajo honrado, en la mayoría de los casos.
¿Privilegiados sin pegar golpe? ¿Qué es un privilegio? ¿Qué es “pegar golpe”? ¿No estamos en una crisis provocada no por tantos sino por tan pocos, pocos privilegiados que sin trabajar pegan tantos golpes, tantos pelotazos?
Me gustaría entender, si “mercado significa casi lo mismo que trabajo”, en qué consiste la diferencia. Yo mercadeo. Tú trabajas. ¿Es eso?.
Me gustaría saber, si el trabajo es honrado en la mayoría de los casos, del trabajo en los casos en que no lo es. Yo mercadeo. Tú trabajas. ¿Es eso?
Puesto que todos sabemos (más o menos) lo que es un banco, nos gustaría saber a muchos, a la mayoría, qué es una “banquia”. Porque hay muchas banquias por ahí. Me parece que una banquia es lo de “yo mercadeo y tú trabajas”. Tanto si el mercader es funcionario como si es banquero. Tanto si rico como si pobre. Tanto si gordo como si flaco.
No creo tampoco que los bárbaros derriba pancartas, temibles por otra parte, sean los verdaderos enemigos. Tengamos en cuenta que una manifestación silenciosa, sin pancartas, atisbando por entre las rendijas de las ventanas, una manifestación soterrada e indignada también, a la espera de que la calle quede limpia de currantes indignados, tamborilea sus dedos, impaciente, sobre la mesa de su despacho. Todos estamos indignados. Todos sin excepción.
Pero repito: estoy de acuerdo en casi todo lo que entiendo y creo entender casi todo.
“Menos Estado y más mercado”. Por supuesto que sí, si le llamamos Estado y mercado a unas determinadas cosas. Y desde luego que no, si se lo llamamos a otras.
Yo he sido funcionario público muchos años (como lo es el Sr. Lapuerta, por cierto). He dado en ello lo mejor de mí mismo; he disfrutado profesional y personalmente; me he alegrado de cumplir una función social, como he visto que ha hecho muchísima gente; estoy orgulloso de haber trabajado con personas admirables, de todos los niveles. Por supuesto que he conocido malos funcionarios; como malos mercaderes, malos artesanos, malos vendedores, malos abogados, malos obreros, etc, etc. He trabajado también en la empresa privada y me he encontrado la misma variedad (con mejor remuneración, todo sea dicho). Soy ingeniero y me subleva oír que se le llame “ingeniería financiera” a un robo a mano armada.
Si comparamos el Estado con el mercado no podemos utilizar distintas escalas para uno que para otro. Así nos salen cosas como lo que se dice en el último párrafo del texto que comentamos: que el Estado es el paradigma de la hipertrofia y del no dar golpe y el mercado es prácticamente sinónimo del trabajo honrado. No es raro que lleguemos a escribir (penúltimo párrafo) que hay que apoyar “cualquier iniciativa” que facilite la contratación por parte de los empresarios.
Si no tuviera tan buena opinión del profesor Lapuerta estaría tentado de decir que manipulación se llama esa figura.
Spengler hablaba atinadamente sobre ello:
1. “Los espacios públicos se conciben como espacios para la reunión y la realización de actividades (la actividad comercial es solo una de ellas).
2 En virtud de esta afluencia de personas en los espacios públicos los comercios se desplazan a las plazas desde los mercados.
3 La actividad comercial acaba fagocitando a todas las demás.
4 El espacio público se convierte en un aglomerado de espacios privados.
5. Todo lo que no sea comprar es ilegal.
(Me parece que precisamente estos son los 5 pasos en los que trascurre la decadencia de occidente).
Esto recuerda a lo vivido en la plaza del Sol: los comerciantes desplazan sus negocios a la plaza del sol porque es un lugar de reunión. La gente se reúne para protestar. Los comerciantes protestan porque se reúne gente y descienden sus ventas. Los poderes públicos defienden el bien privado y desalojan las plazas–antes ya han quitado los bancos, las fuentes, las sombras y todo lo que entorpezca la circulación consumo-compulsiva. (En algún momento de toda esta historia el sentido intrínseco y quasioriginario de las plazas públicas ha sido alterado por birlibirloque no?).
P.S: Me parece profundamente inmoral que un funcionario público entone más mercado y menos estado sin renunciar acto seguido a su propia plaza.
Este post en el blog (y el anterior) insisten en ver el mercado como solución, por un lado (post anterior) se decía que el mercado es el generador de confianza, y ahora se nos dice que es la solución al trabajo. Yo le pregunto, Don Paco, qué valor de mercado tiene lo que usted hace: ¿podrían (y querrían) sus alumnos sufragar de sus bolsillos todo su sueldo, seguridad social y gastos estructurales varios (administrativos y físicos: personal administrativo pero también local, calefacción, material didáctico) para que usted ejerza su profesión en el mercado? Si cree que sí, de usted el salto. Si cree que no, deje la filosofía para el blog y dedique 8 horas a otro trabajo. Si no hace ni lo uno ni lo otro, perderá toda su credibilidad.
Por otro lado está el razonamiento falso de la administración duplicada de las autonomías, de lo que tanto se habla ultimamente. En mi autonomía no veo 2 de todo: no hay dos sanidades, no hay dos sistemas educativos, no hay dos cuerpos de policía. Lo que sí tenemos es un estado poco eficaz y sobredimensionado como la piscina de un nuevo rico. Alemania tiene más niveles administrativos que España (España tiene 4: Estado central, CCAA, provincias y municipios, mientras que Alemania tiene 6 niveles, creo) sin embargo tiene un número de políticos mucho más bajo. Es decir, Alemania tiene más estado. No se si Alemania es el modelo a seguir, pero sí parece serlo para quienes hablan de “administración por duplicado” refiriéndose a las CCAA.
El estado debe funcionar, simplemente se trata de esto. Si funciona el estado, entonces el mercado tendrá su propia dinámica, y no una dinámica puramente especulativa, abstracta y depredatoria.
Han pasado 250 años desde que Rousseau redactara el Contrato Social, dando pie a la revolución francesa y a la entrada en la modernidad. Toca actualizarlo, dotarlo nuevamente de sentido.
- Me ha parecido que exhorta a los trabajadores públicos a trabajar ahora que precísamente con toda probabilidad está a punto de empezar a disfrutar de su tercer mes de vacaciones!!!!
-¿Cuales eran sus condiciones laborales filip@ en el año 2005 cuando usted mis@ ejercía de profesora de secundaria en sustitución de catedrática de instituto con reducciones por coordinaciones y tutorías?
-Cobraba 2300 euros netos mensuales divididos en 14 pagas. Horario: 12 horas semanales. Distribución horaria: de lunes a jueves de 9:00 a 11:50, viernes, sabados y domingos libres. Vacaciones 12 semanas.
- ¿Cuáles son sus condiciones actuales en el sector privado?Sueldo: 1385 euros, 12 pagas. Horario 45 horas semanales. Distribución horaria: De 8:00 a 18:00. Vacaciones 3 semanas.
- Eso significa que recibe la mitad del sueldo por casi el cuadruple de trabajo. ¿Pide entonces que recorten el sueldo a los profesores se secundaria?
- En ningún caso. Realizan una importantísima labor social, contando con mínimos recursos y nulos apoyos.
- Pero seguramente el profesor Lapuerta se refería a políticos y no a funcionarios de carrera.
- Sin embargo todos hemos oído a políticos usar similares argumentos
-¿Qué le pide usted entonces filip@ al profesor Lapuerta, que sabemos que es seguidor del Gato al Agua y otros programas de Intereconomía?
- Un poco de coherencia y de decoro.
Resulta muy típica entre humanistas (al advertir el escaso predicamento de su disciplina) la adoración unívoca por los datos y exégesis aportados por algunos científicos y especialistas, simplemente porque son abstrusos y no los entienden. Así, adoptarán acríticamente las formulaciones de, por ejemplo, físicos y economistas, simplemente porque, al no entenderlas, seguro que ellos saben mucho mucho (solo los tontos lo niegan). De esta manera ignoran sistemáticamente los presupuestos metafísicos y antropológicos que presentan esas mediciones y sus notables y candorosas incoherencias filosóficas. Incluso un liberal inteligentísimo como Karl Popper hablaba del carácter previo de la hipótesis a la observación: la teoría antecede al hecho. Lo que ocurre es que (al contrario que con la ciencia, abierta a la refutación de la observación) la postura defendida desde ciertos sectores liberales es la de la adoración ciega a la neutralidad de los hechos (religión nuevamente), y esta veneración niega, obvia o, directamente, no entiende el fuerte anclaje ideológico que antecede a su colección de datos. Ese poderoso amarre epistemológico les fuerza entonces a negar la existencia de ciertos hechos, palmariamente críticos con sus presupuestos. La existencia de las crisis, en este caso concreto. Ni sociólogos, ni ecólogos, ni físicos, ni economistas, ni filósofos de diversa índole merecen crédito; sus reiteradas advertencias son exageraciones apocalípticas trabadas por mentalidades cegadas de estatalismo. El negacionismo ante el cambio climático es un excelente ejemplo: como los ecologistas son, en su mayoría, exagerados y cándidos idealistas, se tragan el primer apocalipsis que les cantan. Como en el caso de Groenlandia. Corre un bulo típico de prensa amarilla que afirma la completa y alarmante desaparición de su capa de hielo y, ¿veis?, mirad cómo exageran interesadamente estos crédulos, como siempre. Esa actitud descalificante y negacionista pasa así por alto las 240 gigatoneladas de hielo derretidas entre el 2002 y el 2011 en Groenlandia, y así uno continúa aparentando tener la razón. Y sí, la crisis también es climática.
Los hechos derivados de las crisis son hechos que delimitan y marcan nuestra forma de actuar como consumidores y como habitantes planetarios que somos. Nos hace responsables de lo global desde lo local. Demandan una visión mundicéntrica por nuestra parte. Pero como la máxima liberal, disfrazada de pluralidad, se resume con un “a mí nadie me dice lo que tengo que hacer”, eminentemente narcisista, por eso solo les queda negar las palmarias constataciones que obtenemos de la observación de la realidad. Fruto de esta inflación heroica de su ego (piedra de toque, mayormente inconsciente, de su “sistema”) y del abordaje fragmentado de la realidad surge su fundamental equivocación: la confusión de la realidad con sus propios límites como individuos (y de lo corriente con lo correcto). De esta fragmentación también se extrae el acercamiento meramente racional a los asuntos sociales (hablamos de hechos no de utopías) por eso el epicúrrico Alma de cántaro plantea el asunto como un reto intelectual… Un reto insoluble, en efecto, como intentar interpretar los datos del acelerador de partículas únicamente con la mecánica newtoniana.
Esa negación sistemática de parcelas de la realidad y de datos contrastados, mediante malabarísticas matizaciones, es una característica que comparten con las religiones dogmáticas y su manipulación de las mentes. Se menoscaba la entidad de las catástrofes alegando que es la evolución la que nos ha llevado aquí (equivale a la voluntad de Dios). Todo lo bueno proviene del mercado. Se niega o ignora así de paso toda la lucha social que hay tras la conquista de los derechos individuales y colectivos.
El otro aspecto puramente religioso es el del chivo expiatorio (recuérdese “La rama dorada” de Frazer). Antes que en la Ilustración (nobles contra el Antiguo Régimen) y del marxismo (burgueses adinerados defendiendo al proletariado), existía este mito en innumerables religiones. En este mito, un individuo semidivino asume las culpas de su colectivo y los redime y emancipa de las represalias provinientes de un hondísimo mal. El mito más cercano y conocido es, evidentemente, el de Jesucristo. La versión liberal de esta mística es el mito del funcionario defendiendo a voz en grito el libre mercado. Para que después critiquen las buenas intenciones…
Asimismo, se observa también la gran contradicción de su postulado. El libre mercado autorregulado por si mismo es el non plus ultra, la mejor organización que hemos encontrado los humanos (pese a sus imperfecciones: ¿daños colaterales? ¿realidad humana?) y cualquier freno es un intervencionismo malhechor. En el mercado se dan simultáneamente una serie enorme de variables que nadie puede controlar totalmente en su conjunto. Por eso es una fatal arrogancia planificar o dirigir de cualquier manera las relaciones establecidas en el mercado. Lo ideal es dejarlo libre e irrestricto. Pero, ¿cómo lo saben? Primero afirman su escepticismo y después erigen la máxima ideológica del laissez faire; finalmente te la venden como lo máximo en el terreno de la sensatez.
Por tanto, no opongamos falazmente la economía con las buenas intenciones. No entonemos la cantinela de siempre: “es cosa de números”, “no se puede hacer de otra forma”, como si no hubiera ideología, convicción concreta y religión tras las acciones y afirmaciones. Precisamente lo que requieren las relaciones económicas y empresariales, al margen de mesianismos, es la introducción de valores, de conocimientos sobre cómo funciona la mente y comités éticos. Y aunque se constate la crisis sistémica, no debemos confundirlo con el apocalipsis. De este modo, hablar de responsabilidad social, cuidado del medio ambiente y transmitir felicidad a los trabajadores, hoy en día no pueden ser conceptos ajenos a la empresa. Eso sí es evolución y no la eucarística idolatría por Darwin. (Con esto recuerdo la intervención de filip@ que relacionaba liberalismo con darwnismo… Muy pertinente, al fin y al cabo).
P.S.: Iba a escribir este comentairo ayer pero no pude hacerlo en horario laboral. Lo hago a menudo, a pesar de las numerosas interrupciones y sobresaltos. Otro típico balance equivocado de los datos propio de la mentalidad productivista y de la moral sacralizadora del trabajo. Quizás llame a mis jefes para que me vigilen más y mejor…
http://www.google.es/imgres?q=brieva+empleado+ejemplar&hl=es&sa=X&biw=1024&bih=673&tbm=isch&prmd=imvns&tbnid=BOiq9WssKJjsqM:&imgrefurl=http://www.lanuevarepublica.org/%3Fm%3D201112&docid=jxQJuR6WxU9cdM&imgurl=http://fatmty.files.wordpress.com/2011/03/brieva_trabajador_perfecto.jpg&w=490&h=491&ei=wbgWUIJP4qvQBcHHgdAE&zoom=1&iact=rc&dur=335&sig=107355974026367911698&page=1&tbnh=152&tbnw=152&start=0&ndsp=15&ved=1t:429,r:4,s:0,i:84&tx=80&ty=90
http://www.google.es/imgres?q=brieva+empleado+ejemplar&hl=es&sa=X&biw=1024&bih=673&tbm=isch&prmd=imvns&tbnid=aUGv51CH8QFmIM:&imgrefurl=http://www.roncandoenelnostromo.com/2010/04/miguel-brieva.html&docid=Ex8AxND2VGuWRM&imgurl=http://www.egoitzmoreno.com/blog/brie02.jpg&w=800&h=450&ei=wbgWUIJP4qvQBcHHgdAE&zoom=1&iact=hc&vpx=444&vpy=234&dur=1691&hovh=168&hovw=300&tx=98&ty=78&sig=107355974026367911698&page=1&tbnh=149&tbnw=215&start=0&ndsp=15&ved=1t:429,r:7,s:0,i:94
Sanctus Mercadeus, Labora Pro Nobis.
Continúa aquí: http://www.jotdown.es/2012/01/cristian-campos-comunicandose-con-nemo/
los antidisturbios para vencer.
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10151070795839269&set=o.161391553936110&type=1&theater
Da mucho que pensar eso que cita usted, sobre “estupidizar” el discurso: “como cuando uno habla a un niño de tres años (…) Vocalizamos lenta y nítidamente, utilizamos un vocabulario escaso y elemental…”
Ponga usted su oido atento a familias de diverso nivel intelectual y verá que quienes más “estupidizan” su forma de hablar con los niños de tres años son precisamente los de menor nivel intelectual y cultural, porque, precisamente, ellos fueron tratados en su infancia con lenguaje “estupidizado”. Logran así, con gran probabilidad, que sus hijos nunca alcancen un buen grado de cultura ni un buen nivel intelectual, y etc, etc.
Ello me conduce a pensar que lo que le pasa al señor que ha escrito eso (Cristian Campos, que dice que estupiza su discurso, con la gente de izquierdas y con los niños de tres años) es que él, con gran probabilidad, fue estupidizado a través de discursos estupidizados, y ya podemos observar los resultados.
Desde hace relativamente mucho cuando hablo con alguien procuro hablar con alguien pero no con su ideología. Si lo consigo sigo hablando. Y si no me callo. A veces calladitos estamos mucho más guapos.