20/3/12

UN EXEMPLE DE SENECTUD SOLIDÀRIA

Carme Birulés da apoyo y compañía a otras personas mayores que viven solas

Cada quince días visita a un anciano: ¿Algunos tienen familia, pero nadie va a verlos nunca?

"Yo no tengo mérito alguno". "No soy ninguna heroína". "Simplemente hago lo que puedo"... Son algunas de las frases que encadena Carme Birulés, jubilada, barcelonesa, que a sus 92 años sigue haciendo de voluntaria para la asociación Amics de la Gent Gran. Nacida en 1919, licenciada en Clásicas, dedicada a la enseñanza de griego y latín hasta que se jubiló hace casi treinta años, desde entonces dice no haber parado: "Soy una persona activa e inquieta, es verdad". Aunque a estas alturas de nonagenaria plena se tome el voluntariado a su ritmo y hasta se permita quedarse en casa si alguna propuesta se le hace cuesta arriba.
Se jubiló en 1983 y al día siguiente, explica, "ya empecé a hacer cositas". Esas primeras "cositas" consistieron en ayudar a la familia: "Cuidaba a mis nietos, ayudaba a mis hijos y hacía todo lo que podía, que es lo que siempre hemos hecho las abuelas". Cuando su familia ya no requirió su apoyo en tan gran medida, canalizó sus ansias hacia el voluntariado social. Desde 1999 es colaboradora de la asociación Amics de la Gent Gran, en Barcelona, entidad que intenta paliar la soledad y la marginación de las personas mayores.
Así pues, la voluntaria y nonagenaria Carme Birulés ofrece lo que ahora llamamos acompañamiento emocional. Cada quince días, junto a otros dos voluntarios, se desplaza al domicilio particular de alguien mayor y comparten tertulia y merienda. Suelen ser mujeres. "Las hay que tienen tantas ganas de hablar, se sienten tan solas, que a veces nosotros no tenemos necesidad de decir absolutamente nada", reconoce. "Las hay que no tienen familia y, en otros casos, la tienen pero nadie va a verlas para nada, y eso es muy triste", añade.
Estas son las "cositas" que ahora emprende como voluntaria y que, en el 2011, le valieron ser finalista de los premios solidarios de la Caja Roja de Nestlé. Y aún confiesa sincera que en alguna ocasión cuando tiene que desplazarse a un domicilio que está muy lejos del suyo, le da pereza y hasta hace novillos. "¿Qué le parece?", pregunta.

Tan de bo qualsevol de nosaltres fos capaç de fer el mateix superada la ratlla dels 90 anys!!!

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