Més enllà d'un tema ben cert com ho és el de la dependència energètica europea del gas rus, Gustavo ens parla d'un tema del qual n'és un vertader especialista, l'acaparament de terres. Les d'Ucraïna són terres molt fèrtils, les anomenades terres negres per les quals en el passat Rússia va ser coneguda com el graner d'Europa.
Grans potències i grans empreses multinacionals estan interessades en controlar-les i aquest fet també s'ha de tenir en compte a l'hora de valorar la partida d'escacs que s'està jugant a Ucraïna.
Las guerras agrarias ya han empezado
El Periódico de Catalunya, 21 de marzo de 2013. Gustavo Duch
Permítanme
que, con tres informaciones, les exponga un nuevo y poco conocido
argumento para explicar (o ayudar a explicar) la desestabilización de
Ucrania y los acontecimientos derivados.
La primera sucedió el pasado 2013, cuando al poco tiempo de que Ucrania
derogara la ley que prohibía a los extranjeros comprar tierras,
apareció China con un talonario en la mano y, a cambio de un préstamo de
3 mil millones de dólares para el desarrollo agrícola, cerró un acuerdo
que le permite explotar, durante 50 años, una superficie similar a todo
el tamaño de Galicia, 3 millones de hectáreas de tierra agraria. China,
igual que otras potencias que saben que no disponen de capacidad
agraria suficiente para alimentar a su población, e igual que fondos
financieros que saben que la tierra fértil es un
bien finito con el que especular con éxito, llevan ya unos 10 años en
una una loca carrera para conseguir, de buenas o malas maneras, el
control de la tierra agrícola. ¿Iban a pasar desapercibidas las
extensiones de la tierra negra ucraniana, quizás la más fértil de toda
Europa? Efectivamente, no.
La
segunda se gesta cuando quien fuera el presidente de Ucrania, el ahora
destituido Viktor Ianukóvitdos, a finales del año pasado decidió
rechazar el Tratado de Libre Comercio que la Unión Europea le proponía.
Es mucho el interés que también tienen los estados europeos en
asegurarse el acceso a los frutos de la tierra ucraniana lo que lleva a
pensar, por qué no, que el apoyo al cambio de gobierno pudiera tener el interés de buscar alguien más favorable a estrechar la mano. De hecho, con el nuevo gobierno ucraniano, Europa ya
ha aprobado eliminar las trabas arancelarias en la importación de
granos de Ucrania y Crimea. Unas rebajas repentinas que, como si fuera
un anticipo, supondrán un ahorro de 500 millones de euros anuales a
Ucrania.
La
tercera es la suma de recopilar las pequeñas grandes operaciones que
también en esa geografía y con los mismos intereses están haciendo las
empresas agroalimentarias de los EEUU en los últimos meses. Seguir la
pista de dos de ellas es revelador de sus apetitos por esta tierra negra
del país ‘entre fronteras’. Cargill, la firma cerealista más importante
de los EEUU, entre diciembre de 2013 y enero de 2014 ha comprado
participaciones en un puerto al este de la base naval de Crimea que es clave para el comercio agrario y también se ha hecho, en una muy destacada operación, con el 5% de la mayor empresa agraria ucraniana, Ukrlandfarming,
que dispone de la nada despreciable cifra de 500.000 hectáreas para el
cultivo de maíz, trigo o remolacha para la exportación. Y Monsanto, la
empresa de semillas más grande del mundo, también está ganando espacio
en Ucrania donde ya controla el 40% del mercado de semillas. En su caso, y como tantas
otras veces ha hecho, tiene en marcha un proyecto, el llamado “Grain
Basket of the Future”, que disfrazado de ‘acciones para mejorar la
calidad de vida de los campesinos y campesinas locales’ busca cosechar
más dominio si cabe.
Tres
cuestiones que se han sucedido en apenas varios meses y que, como han
podido observar, tienen un elemento común: la tierra fértil de Ucrania y
su agricultura.
Bien sabíamos que
Ucrania, con un privilegiado suelo de enorme fertilidad, fue llamado el
granero de Europa y Rusia. Hoy lo que está atrayendo tantos intereses
es exactamente eso: la codicia por unas fantásticas tierras agrícolas
que además parece ser tienen aún mucha más potencialidad productiva que
la que se consigue hasta ahora, que ya es, por cierto, muy destacable
pues, en estos momentos, Ucrania se sitúa como el tercer exportador
mundial en maíz y el sexto en trigo. Es por ello que el conflicto de
estas semanas está provocando que el precio de estos granos en las
bolsas y mercados internacionales suba significativamente. Actualmente,
el precio de trigo es el más alto desde 2012 y el del maíz el más caro
desde el pasado mes de septiembre, como bien saben las empresas
ganaderas españolas y catalanas que (como muestra de esta imperiosa
necesidad de productos agrarios) dependen en un 80% de Ucrania para
satisfacer sus necesidades. En cuanto a las previsiones de crecimiento
del sector primario en Ucrania, los expertos apuntan también a una
expansión del sector ganadero que, a base de carne de pollo y de cerdo,
podría añadir junto al cartel de ‘granero de Europa’ el letrero de
‘carnicería de Europa’. Otro fabuloso negocio que nadie quiere perderse.
Es
como una partida de poker y cada potencia juega las cartas que tiene.
China dinero contante y sonante, Europa acuerdos comerciales y tratados
varios, Rusia parece que amenazas de tanques y misiles y EEUU las
estrategias de sus sibilinas multinacionales. Las guerras agrarias del
siglo XXI ya han empezado.
Gustavo Duch. Revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas.
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