25/3/14

NO HACE FALTA DECIR NADA MÁS

Aquest article parla per si sol. No farien falta ni aquestes dues ratlles. L'han compartit al facebook les Benedictines de Montserrat.

Promesa incumplida

Charo Mármol
Lunes 3 de marzo de 2014
Publicado en alandar nº306



Hace tiempo me prometí a mí misma que nunca, nunca, los obispos me iban a marcar mi agenda.
Permítanme que me explique. Hace tiempo, cuando trabajaba en Manos Unidas, tuvimos nuestros dimes y diretes con la Conferencia Episcopal. Ahora no voy a entrar en cuáles eran los dimes y diretes, sólo les diré que hubo mucha gente que sufrió mucho, fuimos muchas las personas que dejamos Manos Unidas y algunas abandonaron la Iglesia. Yo fui de las que se marcharon y me situé en los márgenes de la Iglesia católica, convencida de que Dios es más grande que su Iglesia y convencida de que el principal mandato de Jesús fue el del amor y el de ser felices. También me hice una promesa: ser fiel a lo que pensaba y no dejar que los obispos marcaran mi agenda.
En los años que estuve de directora en esta revista, las personas del Consejo de Redacción me lo oyeron muchas veces, pero hoy no puedo más y voy a romper mi promesa.
Tenía pensado hablar de la fuerza del pueblo, del "Sí, podemos", con la alegría que me ha producido ver el triunfo de la marea blanca sobre estos manipuladores y vendedores de espacios públicos, pero voy a cambiar mi agenda -mi tema- y voy a hablar de dos obispos. Perdónenme mi incoherencia.
Monseñor Sebastián, recién nombrado cardenal, se ha permitido hablar de la homosexualidad como una enfermedad, comparándola con su colesterol. Y el obispo de Alcalá de Henares, Juan A. Reig Pla, que ya nos tiene acostumbrados a arremeter contra los homosexuales (quizá lo más llamativo fue cuando lo hizo desde un medio de comunicación público como es TVE) esta vez ha atacado al feminismo. http://www.europapress.es/sociedad/noticia-obispo-alcala-arremete-contra-feminismo-ideologico-ve-paso-deconstruccion-persona-20140122202013.html
No lo puedo entender. Dos personas que, en principio, deberían ser instruidas, cultas... deberían saber que los tiempos del Dr. López Ibor ya pasaron, que ahora sólo los países más atrasados y los que no respetan los derechos humanos, son los que consideran la homosexualidad como una enfermedad o como algo a perseguir.
A veces me pregunto qué les pasa por su cabeza, qué pasa por sus vidas. ¿Acaso existe en la Iglesia una homosexualidad reprimida que les hace atacar a aquellos y aquellas que se sienten libres, libres de aceptarse y mostrarse como son y como Dios los ama? Carlos Cabarrús, jesuita guatemalteco, en su libro Seducidos por el Dios de los pobres dice que mucho se ha hablado de la homosexualidad dentro de la Iglesia, de las congregaciones religiosas y que él, como maestro de novicios y acompañante en la fe de muchas personas, asegura que el número de homosexuales dentro de la Iglesia, es aún mucho mayor de lo que se dice.
Y yo me pregunto si no hay otras muchas cosas mucho más importantes de las que hablar en este momento en la sociedad. Están los desahucios, el paro, las mujeres asesinadas, los que no tienen cómo dar de comer a sus hijos, los ladrones banqueros (digan algo, monseñores, dediquen unas palabras a estos, que esto sí que tiene cura).
Quizá hay un deseo reprimido, quizá hay una envidia solapada... No tengan miedo, monseñores, en aceptarse como son: Dios les quiere y, si son un poquito más humildes, quizá nosotros también.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada